Fugaz



Otra vez situada en el viejo sillón verde,
recordando esas tardes de otoño que solía caminar
por las veredas húmedas de aquel pueblo olvidado.
Calles vacías...
Árboles...testigos de la sequedad penetrando
en los cuerpos imaginarios.
Duendes construyendo pirámides de piedras con gran osadía.
Instantes imborrables para quienes buscaban asemejar
lo real con lo quimérico.
De repente un torbellino arrasó con todo lo superficial que allí existía...
lo verídico se enfrentó con lo incierto,
lo absurdo se rió de cada gota de sudor de los personajes ardorosos al honrar lo perfecto.
Pero sin embargo seguían sosteniendo sus deseos...
…que la perfección puede ser aburrida con el tiempo…

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